miércoles, 11 de marzo de 2015

La inicial de mi nombre

Casi todos los días, en el ordenador vemos las letras correspondientes a la inicial del nombre de cada niño y después el nombre completo. Los mayores ya reconocen su nombre. Ojo, lo que reconocen es la imagen global del nombre, algo así como un logotipo. No vaya a ser que alguien piense que ya saben leerlo.

Cada día abro el documento de word y voy pasando páginas a medida que leo sus nombres en voz alta. Ya hace unos días que Ángel, a cada nombre que yo decía, se ponía de pie y contestaba con entusiasmo diciendo su sombre: "ágel"
- Lucía. ("ágel")
- Marcos.  ("ágel")
- Ángel.  ("sí, ágel, ágel"). Aquí, el entusiasmo era más evidente.
- Samira. ("ágel")
- Valeria. ("ágel")
- Manuela. ("ágel")
Pensé que simplemente le gustaba repetir su nombre, sin más. A muchos niños les encanta.
- Jorge...
Sin embargo, cuando llegábamos a la palabra Jorge, Ángel se mantenía callado. Yo lo atribuía a que como era el último nombre de la lista, y hacía poco que lo habíamos incorporado, tal vez aún no lo había interiorizado o no había aprendido su significado y se quedaba calladito pensando. 

Pero el enigma lo entendí hoy. He añadido a la lista, después del nombre de Jorge, el de Teresa, la pequeña recién llegada. Cuando hoy volví a leerles los nombres, se lo mostré y lo nombré en voz alta. Yo esperaba que permaneciera callado, pues Teresa es un nombre nuevo, que veía por primera vez. Pero no, ¡sorpresa! El niño volvió a contestarme "ágel". Y entonces comprendí.


"ágel"


Lo que realmente sucede es que Ángel ha aprendido a reconocer la inicial de su nombre, la letra A, en otras palabras diferentes a la palabra de su nombre. Por eso contesta "ágel" a las palabras que llevan A y se calla con la palabra Jorge. Y eso es un avance muy, pero que muy significativo para él. Y, por supuesto, para mí.
¡Cuántas alegrías me dan estos pequeñajos!

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