jueves, 23 de abril de 2015

Luz y color


Con la llegada de la primavera un sol intenso entra por la ventana de la clase a primera hora de la mañana. La verdad es que esperaba este momento para poner en práctica una actividad que relaciona luz y color. Ya anteriormente trabajábamos el color mirando el entorno a través de papel de celofán de colores, y lo hacíamos poniendo nombre a ese color: veo de color rojo, azul, amarillo, según el papel que en ese momento utilizáramos.


Miradas de colores


Ahora la experiencia es más compleja, pues entra en juego otro elemento, la luz directa del sol. Y esto es lo que ha pasado:

Primero, durante un buen rato estuvieron mirando y experimentando con celofán de diversos colores. Después lo coloqué en los cristales y centré su atención en la sombra de color que se proyectaba en la pizarra, que está justo al lado de la ventana. Les dije que era el sol quien pintaba la pizarra de color a través del papel del cristal. La verdad es que no se me ocurrió dar otra explicación, porque con dos años, dudo que sean capaces de comprender otras ideas más científicas, y porque una característica de esta edad es el animismo, atribuir características y actividades humanas a objetos inanimados.

Y entonces, uno de los peques se fue a por el borrador e intentó borrar los colores que “el sol pintaba”. Muy extrañado miraba a la pizarra y al borrador alternativamente una y otra vez, quizá pensaba ¿porqué no se puede borrar? Al final se dio cuenta de que no era posible eliminar el color y lo dejó, pero detrás vino Ángel y vuelta a la misma tarea, intentar eliminar el color que el sol había pintado. 

No se borra

Después, interponiendo diversos objetos les mostré cómo se reflejaba  la luz , pero lo que más asombro causó fue comprobar que  si ponían sus manitas éstas se volvían de colores. Y mayor era su asombro al comprobar que si la retiraban, la mano volvía a su estado natural. Así se pasaron un buen rato, moviéndolas de un sitio para otro, de un color para otro. Y al final ellos mismos “se teñían” de colores. Ángel, al ver a sus compañeros "pintados" empezó a reírse con esa carcajada suya tan contagiosa, y al final terminamos todos riendo con él.








Al día siguiente, a última hora de la mañana, Lucía, la peque, se quedó absorta observando los colores reflejados. Y es que en ese momento,  por la trayectoria del sol se habían desplazado y se encontraban mucho más arriba en la pared. Entonces  me preguntó quien había puesto los colores allí arriba. ¡Vaya pregunta más inteligente! Se había planteado un conflicto cognitivo. 
Yo le contesté que era el sol que se movía, y se llevaba los colores de un lado para otro.  
-¿El sol se mueve?-Me preguntó extrañada.   
-Si, claro, el sol se mueve por el cielo. 

No sé qué idea pasaría por su cabecita, tal vez se imaginó el sol caminando de un lado para otro, porque se asomó a la ventana buscándolo. Sin embargo no dijo nada. Quizá ya estaba muy alto en el cielo y no se veía. Luego, durante la mañana varias veces volvió a preguntármelo. Y no cesaba de repetirse que el sol se mueve, como para asegurarse de ese nuevo conocimiento recién adquirido.

Mi intención no era, desde luego, dar ninguna explicación de tipo didáctico acerca de la proyección de la luz ni del movimiento del sol, simplemente que sintieran el placer de experimentar e investigar, pero si al final les ha quedado claro que el sol se mueve por  el cielo,  pues me doy por muy satisfecha.

Otro día, Marcos llegó diciendo que había ido con papá a Cabornera a ver los lobos y se me ocurrió hacerle un lobo con sombra proyectada en la pared. Al principio se quedó mirando muy extrañado, 
- Un lobo, hay un lobo- les decía a los otros niños, a medio camino entre el secreto, la sorpresa y cierto temor a lo desconocido. Poco a poco, con mucho recelo, se fue acercando y “le metió la mano en la boca”
-No muerde, mira, no muerde- me decía. Y volvía a poner la mano una y otra vez. 
-A ver, a ver- se acercaban los compañeros y repetían el gesto.
"A ver", son dos palabras que en boca de los niños me encantan. Porque lo que realmente significan es "yo también quiero  descubrir, quiero comprobar, quiero aprender, quiero ..."


No muerde

En el fondo, creo que Marcos ha establecido algún tipo de relación entre la luz que entra por la ventana y la sombra del lobo, porque algunos días intenta hacerlo él. Bueno, el caso es que a partir de ese día, cada mañana hay que hacer sesión de sombras de lobo.

 Al final he decidido dejar los papeles de celofán en la ventana de forma permanente, hasta que el sol modifique su trayectoria y ya no se proyecten sobre la pared, porque seguro que  entre tanto alguna idea más nos surgirá.

Como veis, nuestra ventana no tiene nada que envidiar a las vidrieras de la catedral.



ACTUALIZACIÓN 1:
Pues sí que han surgido ideas nuevas. Los dias nublados, al no entrar la luz directa del sol,  no se proyectan los colores en la pared. Ellos se dan cuenta y preguntan dónde están, les choca que estando los papeles en los cristales, no aparezcan también los colores en la pared.

ACTUALIZACIÓN 2.
Como el sol ya está muy alto, ahora los colores se reflejan en el suelo. Ellos lo ven y me preguntan "porqué se han caído"

4 comentarios:

  1. La verdad que es una actividad que les encanta, gracias por nombrar!
    Laurañ

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  2. Enhorabuena, sigue trabajando así. Está actividad les hace aprender más y desarrollar su creatividad que estar sentados en la silla pintando una ficha.

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  3. Gracias, Anónimo. Personalmente creo que "las fichas" no aportan casi nada a estos niños tan pequeños, porque apenas tienen desarrollada la capacidad de abstración.
    Me parece más útil aprovechar los elementos que nos ofrece el entorno para potenciar todas sus cpacidades.

    Saludos,
    Lucía

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  4. Que maravilla poder ver el mundo de otro color. Como dice el anterior comentario, tenemos que huir de tener a los niños sentados pasando minutos y minutos delante de un papel sin poder dejar salir su creatividad y sus libertad de movimiento.

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